Diccionario
de la RAE y geología
Escribiendo sobre geología mediante
la popular aplicación informática “Word”, he podido observar que muchas
palabras elementales del léxico geológico aparecían con el típico subrayado en
rojo, indicando error ortográfico o palabra no reconocida por la aplicación. Un
poco sorprendido, dado que las palabras estaban escritas correctamente, acudí a
la versión en línea del diccionario de la lengua española (DLE) elaborado por la
Real Academia Española (RAE). Mi sorpresa se tornó en indignación al comprobar
que, efectivamente, vocablos básicos propios de la geología no aparecían en
esta magna obra de referencia para la lengua castellana.
Antes de pasar a reflexionar sobre
lo que esta carencia significa, voy a enumerar unos cuantos ejemplos de
palabras comunes en geología que no aparecen en el referido diccionario o que aparecen
con un significado erróneo. Todos ellas tienen más de diez mil resultados en la
búsqueda mediante “Google” en Internet (el número de resultados figura entre
paréntesis detrás del término –búsqueda realizada en español el 10-9-2020–; se
han omitido los resultados de términos que tienen varias acepciones).
Terminos geológicos ausentes en el diccionario en línea de la RAE
Apatito (147 000 resultados)
Astenosfera (74 6000
resultados)
Biotita (154 000)
Cabalgamiento
(falta su acepción geológica)
Caolinita (144 000
resultados)
Cataclasis (16 300
resultados)
Charnela (falta su
acepción geológica)
Cordierita (76 900
resultados)
Corneana (24 000
resultados)
Dacita (410 000)
Diaclasa (39 500
resultados)
Diagénesis (88 700)
Diapiro (29 200
resultados)
Disconformidad
(falta en su acepción geológica)
Discordancia (falta
su acepción geológica)
Eclogita (12 700
resultados)
Epidota (99 400
resultados)
Estaurolita (28 400
resultados)
Evaporita (11 800
resultados)
Evapotranspiración
(610 000 resultados)
Filita (129 000
resultados)
Filosilicato (86 800
resultados)
Fracturación (298 000
resultados)
Gabro (150 000 resultados)
Geófono (114 000
resultados)
Granodiorita (85 200
resultados)
Granulita (27 300
resultados)
Halita (239 000
resultados)
Lacolito (18 100
resultados)
Lapiaz (62 000
resultados)
Lenar (470 000
resultados)
Lutita (207 000
resultados)
Magmatismo (249 000
resultados)
Migmatita (15 700
resultados)
Milonita (18 800
resultados)
Monzonita (27 700
resultados)
Moscovita (no
contiene su acepción como mineral)
Ofiolita (24 300
resultados)
Ooide (35 200
resultados)
Pelita (falta su
acepción geológica)
Peridotita (48 700
resultados)
Petrólogo (35 900
resultados)
Piroclasto (150 000 resultados)
Piroxenita (24 200
resultados)
Pleocroísmo (64 300)
Plutón (no contiene
su acepción geológica)
Polje (365 000)
Regresión (falta en
su acepción geológica)
Riolita (151 000 resultados)
Sedimentología (180
000 resultados)
Serpentina (falta
su acepción geológica)
Sillimanita (49 000
resultados)
Tonalita (55 100
resultados)
Transformante (191 000
resultados)
Transgresión (falta
en su acepción geológica)
Turbidita (10 100
resultados)
Zeolita (615 000)
Algunos ejemplos de
términos geológicos, que figuran en el diccionario de la RAE con errores o
definiciones inadecuadas, son:
Mineral: “sustancia inorgánica que se halla en la superficie o en las diversas
capas de la corteza terrestre”. Definición insuficiente; según ella, el oxígeno, el agua o una arenisca serían minerales, y es obvio que no lo son.
Dolomita: esta palabra la considera sinónima
de ‘dolomía’, y esta última la define como “roca
semejante a la caliza y formada por el carbonato doble de cal y magnesia”.
Teniendo en cuenta que la cal y la magnesia no son ni calcio ni magnesio, la
definición es incorrecta y parece propia de tiempos muy pretéritos.
Cianita: “turmalina de color azul”.
Anhidrita: considera que es una roca.
Anfíbol: considera este término sin
acento.
A pesar de que la Real Academia
de Ciencias ha editado en línea un vocabulario geológico, puesto al día en el
siglo XXI (https://vctrac.es/index.php?title=Categor%C3%ADa:Geolog%C3%ADa) , resulta evidente que la geología no cuenta para el diccionario de la
RAE. En él, los términos geológicos que aparecen figuran, en general, más por
su incidencia económica o arraigo popular, que por su entidad científica.
Además, los términos anteriormente expuestos son la punta del iceberg de los
miles de términos, de uso común entre geólogos, que no aparecen en el diccionario.
El anterior despropósito no es de extrañar si se tiene en cuenta que, entre los académicos de la Real Academia, hay actualmente decenas de filólogos y escritores, pero sólo hay dos personas relacionadas con las ciencias naturales o experimentales: un físico (tal vez haya entrado en la RAE porque es a la vez historiador de la ciencia) y un médico (igual está por ser también ensayista). A juzgar por sus resultados, tampoco parece que la RAE se haya preocupado por establecer relaciones eficaces y coordinarse con organismos de carácter científico. Es evidente que, en estas condiciones, es muy difícil que la geología está adecuadamente representada en el DLE.
¿Cuál es el concepto de cultura que ha llevado a la RAE a este desprecio de la ciencia? Veamos un ejemplo, que me parece significativo, de esta concepción. Luis Alberto de Cuenca es doctor en filología clásica y profesor de investigación del CSIF. Ha sido secretario de Estado de Cultura y director de la Biblioteca Nacional. En una entrevista publicada en La Vanguardia en 2014 (https://www.lavanguardia.com/lacontra/20140704/54410724434/una-persona-culta-es-la-que-sabe-geografia-e-historia.html), este señor afirma que “una persona culta es la que sabe de historia y geografía”. El atreverse a dar una definición de persona culta con esa rotundidad es, por lo menos, un ejercicio de atrevimiento. No puedo poner, por supuesto, en cuestión los conocimientos de este señor en estas materias; lo que sí está en cuestión es su concepción de “cultura”. Alguno de los comentarios realizados por los lectores, como complemento de la entrevista, señalan, muy atinadamente, la restrictiva y simplista idea de “cultura” de este señor. Destacaré uno de ellos, por su concisión y precisión: “Circunscribir la cultura al conocimiento de la historia y la geografía, me parece un poco simplista y poco culto”.
Sin entrar ahora en un debate sobre
el concepto de “cultura”, lo que sí parece evidente es que el conocimiento
científico es una parte muy importante de ella. Lo desgraciado es que, esta
idea errónea de cultura que desdeña, al menos, los conceptos científicos, es la que, a
juzgar por el contenido del diccionario de la RAE y la composición de los
miembros de esta, domina en el conjunto de dicha academia. Resulta increíble
que, en pleno siglo XXI, un castellanohablante no disponga de palabras
adecuadas, reconocidas por el diccionario oficial, para nombrar la mayor parte
de esas cosas que llamamos ‘minerales y rocas’, o para describir la historia de
le Tierra, la formación de las montañas o, en general, cualquier proceso
geológico.
El lenguaje, oral y escrito, es esencial para la evolución de la cultura humana, y es lo que nos da una enorme ventaja respecto a los demás animales. En concordancia con esa idea, la RAE, según su propia historia, “se marcó como objetivo esencial desde su creación la elaboración de un diccionario de la lengua castellana, «el más copioso que pudiera hacerse»”. Desgraciadamente, no lo están logrando, a “la casa de las palabras”, como la llaman en su página web, le faltan demasiadas. Es probable que esa ausencia sea un reflejo de lo poco que se ha cuidado y se cuida la ciencia en España.
Creo que es importante que los organismos
relacionados con la enseñanza e investigación en geología (Real Academia de
Ciencias, Sociedad Geológica de España, centros universitarios, centros
geológicos del CSIC, Instituto Geológico y Minero, Colegio de Geólogos, etc.) tomen
conciencia de este desatino y hagan lo posible para que el panorama
cambie. Sería bueno para la geología, la ciencia y la cultura de los países
hispanohablantes.
EL vocabulario de términos geológicos, publicado en línea por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, es exhaustivo y preciso, y está puesto al día. Usándolo como referencia, resultaría fácil actualizar el diccionario de la RAE en materia de geología. Solo hace falta tres cosas: voluntad de hacerlo, coordinación con los organismos que entienden de geología y, obviamente, trabajo. Y, desde luego, no vendría nada mal algún especialista en ciencias de la Tierra entre los académicos la RAE.
Debo decir, para terminar, que no
es la primera vez que se realiza una crítica al diccionario de la lengua desde
un punto de vista científico. Algunas páginas web que mencionan errores referidos
a términos de biología y paleontología son:
- ¿Y luego no?: http://yluegono.blogspot.com/2013/11/el-diccionario-de-la-raeinforma-y-los.html
- el PaleoFreak: http://paleofreak.blogalia.com/historias/52933
- Golem Blog: http://golemp.blogspot.com/2013/09/la-imperiosa-necesidad-de-mejorar-el.html