ÚLTIMO ARTÍCULO PUBLICADO
Bastida, F. y Aller, J. 2021. Deformaciones corticales. En: M.Gutiérrez Claverol y E. Villa Otero, El patrimonio geológico de Asturias, 148-187.
Sobre la evaluación de la actividad investigadora en España: análisis crítico de su aplicación y consecuencias en el caso de la Geología
En el enlace que se muestra abajo se puede acceder a un artículo crítico sobre la evaluación de la investigación en España, particularizado al caso de la Geología. Aunque el artículo fue elaborado hace años, creo que, con los ligeros retoques que he añadido, sigue siendo actualmente válido.
Sobre evaluación de la investigación
GEOLOGÍA DE ASTURIAS
El volumen titulado "Geología de Asturias" fue publicado en 1995 (Eds: C. Aramburu & F. Bastida) y está actualmente agotado y descatalogado. Sin embargo, su contenido mantiene prácticamente plena su vigencia y ofrece una visión completa de la geología de esta región española. La obra comienza por un capítulo dedicado a la historia de los conocimientos de la geología asturiana. A continuación, se presentan capítulos dedicados a su estratigrafía, paleontología, estructura, petrología, recursos geológicos, evolución geológica en el contexto de la dinámica global, relieve, suelos y geología ambiental. El volumen culmina con una parte en la que se describen cinco itinerarios que permiten contemplar los principales rasgos geológicos de Asturias.
La obra puede descargarse en formato PDF en la siguiente dirección:
SOBRE MI PUBLICACIÓN 'FUNDAMENTOS DE GEOLOGÍA'
Para comprender algunas de las peculiaridades de esta obra, es conveniente resaltar que la geología, como cualquier otra ciencia natural, nace de la observación, de la relación entre el hombre y el mundo que le rodea, y de la consiguiente necesidad de dar una explicación racional a los rasgos observables más sobresalientes de la Tierra, tales como los minerales, las rocas, los fósiles, las montañas, los valles, los mares, los volcanes y terremotos, etc. Le observación más genuina es la que se realiza a simple vista, mirando la roca en el afloramiento. Sin embargo, para analizar la roca con mayor detalle, necesitamos conocer las características de las partículas minerales (composición, tamaño, forma) que la constituyen, para lo cual hay que utilizar el microscopio. Esta diferencia de escalas, además de las implicaciones metodológicas que conlleva, tiene importantes consecuencias en la terminología y clasificación de las rocas y en las interpretaciones de los mecanismos implicados en su formación.
Esta primera etapa de la investigación geológica, basada en la observación, requiere una profusa terminología para nombrar y describir los cuerpos rocosos. Esta abundancia de términos puede presentarse como un primer obstáculo al que tiene que enfrentarse el estudiante de geología, pero no se puede obviar. El conocimiento del lenguaje casi infinito que se utiliza en algunas ramas de la geología sólo puede ser conocido en toda su amplitud por los correspondientes especialistas, pero existe una terminología básica que todo geólogo debe conocer, teniendo en cuenta que ésta encierra una gran riqueza conceptual. Por ello, dado el carácter académico que se ha procurado imprimir a esta obra, se ha tratado de utilizar en ella un léxico riguroso, fielmente ajustado al usado por los profesionales de la geología.
La diversidad y complejidad de los cuerpos rocosos
hacen necesario ordenar y clasificar la naturaleza del mundo mineral en cada
una de sus manifestaciones. Como consecuencia, se clasifican los minerales, las
rocas, los fósiles y las estructuras y formas que presentan las rocas, siendo
ello otra peculiaridad esencial del conocimiento geológico, que es también
fuente de terminología, y que el estudiante debe también conocer en sus facetas
más esenciales. Este es otro aspecto que se ha tenido en cuenta en la presente
obra, habiendo sido desarrollado con notable rigurosidad.
El trabajo del geólogo conlleva asimismo el empleo de
una metodología variada, que va desde el empleo de unas técnicas básicas que
todo geólogo debe conocer, hasta la utilización de un instrumental muy
sofisticado, que sólo está al alcance del especialista. En la presente obra, se
ha puesto especial énfasis en los aspectos básicos del trabajo del campo y, en
particular, de los relacionados con el uso de los mapas geológicos, incluyendo
la resolución de algunos problemas geométricos que facilitan la interpretación
cartográfica. Asimismo, se explica con cierto detalle el uso del microscopio
petrográfico, por considerarlo esencial para el reconocimiento, clasificación y
análisis de los minerales y las rocas.
El estudio de los procesos que condujeron al desarrollo de las rocas y minerales, y de su transformación ulterior, es otro eslabón en la cadena implicada en el estudio geológico de una región. Este es un paso difícil de dar, ya que tales procesos son muy complejos y la información y los datos disponibles se refieren habitualmente a una instantánea que registra únicamente el resultado final del proceso. Además, en muchos casos (por ejemplo, en el caso de una roca ígnea generada en el interior de la Tierra), la observación se produce en condiciones muy diferentes de aquellas bajo las que la roca o estructura se formó. Como consecuencia, la interpretación puede requerir un análisis teórico del fenómeno geológico o la elaboración de experimentos que permitan aportar ideas al investigador sobre el desarrollo del proceso estudiado. La comprensión de los procesos geológicos es esencial para consagrar a la geología como una verdadera ciencia, por lo cual es otro aspecto al que se ha dedicado mucha atención a en la presente obra. No obstante, dado que tales procesos presentan una gran complejidad, el enfoque que se les ha dado en este manual para describirlos es esencialmente introductorio y cualitativo.
Otro aspecto a tener en cuenta en un manual de geología
general es que, esta ciencia, además de tener un carácter experimental, es una
ciencia histórica, de forma que no se puede ignorar la dimensión temporal de
los procesos, lo cual requiere poner en orden cronológico las rocas y los fenómenos
sufridos por ellas en una región, y conocer, en la medida de lo posible, su
edad absoluta, medida en millones de años (Ma). Es este otro aspecto necesario
que ha sido tenido muy en cuenta a lo largo de la obra.
La lectura del presente volumen puede abordarse sin
disponer de grandes conocimientos de geología. No obstante, se asume que el
lector ha cursado los estudios de enseñanza secundaria y que, en consecuencia,
dispone de un bagaje doctrinal básico para comprender sin dificultad el
presente texto.
Extracto del índice (capítulos tratados)
1. Introducción: conceptos básicos
2. Algunos materiales y técnicas básicas de trabajo en geología
3. La Tierra en su conjunto
4.
Nociones de cristalografía
5.
Mineralogía general
6.
Clasificación y descripción de los minerales
7.
Petrología: conceptos generales
8.
Clasificación, textura y estructura de las rocas ígneas
9.
Origen, evolución y ascenso de magmas
10.
Descripción y origen de las principales rocas ígneas
11.
Estratigrafía y sedimentología: conceptos y procesos básicos
12.
Clasificación, descripción y origen de las rocas sedimentarias
13.
Estructuras sedimentarias
14.
Paleontología: principios generales
15.
Sistemática de los fósiles
16.
Técnicas de trabajo en estratigrafía y sedimentología
17. Medios sedimentarios
18. Metamorfismo y rocas metamórficas
19. La medida del tiempo en geología: métodos de
datación absoluta
20. Introducción a la geología estructural:
técnicas geométricas básicas
21. Esfuerzo y deformación Comportamiento
mecánico de las rocas en la litosfera
22. Regiones constituidas por estratos planos y
paralelos
23. Pliegues
24. Fracturas: fallas y diaclasas
25. Otras estructuras: foliación, ‘boudinage’, diapirismo, estructuras de impacto y zonas de cizalla
26.
La deformación de las rocas a lo largo del tiempo: superposición de estructuras
27. Tectónica global
28. Evolución tectónica de la Tierra: las grandes
orogenias
29.
Nociones básicas de hidrogeología
30. Meteorización y suelos
31.
Geomorfología fluvial
32.
Geomorfología glaciar
33.
Morfología y procesos de las laderas
34.
Procesos geomorfológicos de las regiones periglaciares, desérticas,
ecuatoriales e intertropicales
35.
Morfología kárstica
36.
Geomorfología de regiones constituidas por rocas ígneas
37.
Geomorfología litoral
38.
Nociones de geología de los yacimientos de petróleo
39.
Yacimientos minerales
40.
Geología ambiental
Diccionario
de la RAE y geología
Escribiendo sobre geología mediante
la popular aplicación informática “Word”, he podido observar que muchas
palabras elementales del léxico geológico aparecían con el típico subrayado en
rojo, indicando error ortográfico o palabra no reconocida por la aplicación. Un
poco sorprendido, dado que las palabras estaban escritas correctamente, acudí a
la versión en línea del diccionario de la lengua española (DLE) elaborado por la
Real Academia Española (RAE). Mi sorpresa se tornó en indignación al comprobar
que, efectivamente, vocablos básicos propios de la geología no aparecían en
esta magna obra de referencia para la lengua castellana.
Antes de pasar a reflexionar sobre
lo que esta carencia significa, voy a enumerar unos cuantos ejemplos de
palabras comunes en geología que no aparecen en el referido diccionario o que aparecen
con un significado erróneo. Todos ellas tienen más de diez mil resultados en la
búsqueda mediante “Google” en Internet (el número de resultados figura entre
paréntesis detrás del término –búsqueda realizada en español el 10-9-2020–; se
han omitido los resultados de términos que tienen varias acepciones).
Apatito (147 000 resultados)
Astenosfera (74 6000
resultados)
Biotita (154 000)
Cabalgamiento
(falta su acepción geológica)
Caolinita (144 000
resultados)
Cataclasis (16 300
resultados)
Charnela (falta su
acepción geológica)
Cordierita (76 900
resultados)
Corneana (24 000
resultados)
Dacita (410 000)
Diaclasa (39 500
resultados)
Diagénesis (88 700)
Diapiro (29 200
resultados)
Disconformidad
(falta en su acepción geológica)
Discordancia (falta
su acepción geológica)
Eclogita (12 700
resultados)
Epidota (99 400
resultados)
Estaurolita (28 400
resultados)
Evaporita (11 800
resultados)
Evapotranspiración
(610 000 resultados)
Filita (129 000
resultados)
Filosilicato (86 800
resultados)
Fracturación (298 000
resultados)
Gabro (150 000 resultados)
Geófono (114 000
resultados)
Granodiorita (85 200
resultados)
Granulita (27 300
resultados)
Halita (239 000
resultados)
Lacolito (18 100
resultados)
Lapiaz (62 000
resultados)
Lenar (470 000
resultados)
Lutita (207 000
resultados)
Magmatismo (249 000
resultados)
Migmatita (15 700
resultados)
Milonita (18 800
resultados)
Monzonita (27 700
resultados)
Moscovita (no
contiene su acepción como mineral)
Ofiolita (24 300
resultados)
Ooide (35 200
resultados)
Pelita (falta su
acepción geológica)
Peridotita (48 700
resultados)
Petrólogo (35 900
resultados)
Piroclasto (150 000 resultados)
Piroxenita (24 200
resultados)
Pleocroísmo (64 300)
Plutón (no contiene
su acepción geológica)
Polje (365 000)
Regresión (falta en
su acepción geológica)
Riolita (151 000 resultados)
Sedimentología (180
000 resultados)
Serpentina (falta
su acepción geológica)
Sillimanita (49 000
resultados)
Tonalita (55 100
resultados)
Transformante (191 000
resultados)
Transgresión (falta
en su acepción geológica)
Turbidita (10 100
resultados)
Zeolita (615 000)
Algunos ejemplos de
términos geológicos, que figuran en el diccionario de la RAE con errores o
definiciones inadecuadas, son:
Mineral: “sustancia inorgánica que se halla en la superficie o en las diversas
capas de la corteza terrestre”. Definición insuficiente; según ella, el oxígeno, el agua o una arenisca serían minerales, y es obvio que no lo son.
Dolomita: esta palabra la considera sinónima
de ‘dolomía’, y esta última la define como “roca
semejante a la caliza y formada por el carbonato doble de cal y magnesia”.
Teniendo en cuenta que la cal y la magnesia no son ni calcio ni magnesio, la
definición es incorrecta y parece propia de tiempos muy pretéritos.
Cianita: “turmalina de color azul”.
Anhidrita: considera que es una roca.
Anfíbol: considera este término sin
acento.
A pesar de que la Real Academia
de Ciencias ha editado en línea un vocabulario geológico, puesto al día en el
siglo XXI (https://vctrac.es/index.php?title=Categor%C3%ADa:Geolog%C3%ADa) , resulta evidente que la geología no cuenta para el diccionario de la
RAE. En él, los términos geológicos que aparecen figuran, en general, más por
su incidencia económica o arraigo popular, que por su entidad científica.
Además, los términos anteriormente expuestos son la punta del iceberg de los
miles de términos, de uso común entre geólogos, que no aparecen en el diccionario.
El anterior despropósito no es de extrañar si se tiene en cuenta que, entre los académicos de la Real Academia, hay actualmente decenas de filólogos y escritores, pero sólo hay dos personas relacionadas con las ciencias naturales o experimentales: un físico (tal vez haya entrado en la RAE porque es a la vez historiador de la ciencia) y un médico (igual está por ser también ensayista). A juzgar por sus resultados, tampoco parece que la RAE se haya preocupado por establecer relaciones eficaces y coordinarse con organismos de carácter científico. Es evidente que, en estas condiciones, es muy difícil que la geología está adecuadamente representada en el DLE.
¿Cuál es el concepto de cultura que ha llevado a la RAE a este desprecio de la ciencia? Veamos un ejemplo, que me parece significativo, de esta concepción. Luis Alberto de Cuenca es doctor en filología clásica y profesor de investigación del CSIF. Ha sido secretario de Estado de Cultura y director de la Biblioteca Nacional. En una entrevista publicada en La Vanguardia en 2014 (https://www.lavanguardia.com/lacontra/20140704/54410724434/una-persona-culta-es-la-que-sabe-geografia-e-historia.html), este señor afirma que “una persona culta es la que sabe de historia y geografía”. El atreverse a dar una definición de persona culta con esa rotundidad es, por lo menos, un ejercicio de atrevimiento. No puedo poner, por supuesto, en cuestión los conocimientos de este señor en estas materias; lo que sí está en cuestión es su concepción de “cultura”. Alguno de los comentarios realizados por los lectores, como complemento de la entrevista, señalan, muy atinadamente, la restrictiva y simplista idea de “cultura” de este señor. Destacaré uno de ellos, por su concisión y precisión: “Circunscribir la cultura al conocimiento de la historia y la geografía, me parece un poco simplista y poco culto”.
Sin entrar ahora en un debate sobre
el concepto de “cultura”, lo que sí parece evidente es que el conocimiento
científico es una parte muy importante de ella. Lo desgraciado es que, esta
idea errónea de cultura que desdeña, al menos, los conceptos científicos, es la que, a
juzgar por el contenido del diccionario de la RAE y la composición de los
miembros de esta, domina en el conjunto de dicha academia. Resulta increíble
que, en pleno siglo XXI, un castellanohablante no disponga de palabras
adecuadas, reconocidas por el diccionario oficial, para nombrar la mayor parte
de esas cosas que llamamos ‘minerales y rocas’, o para describir la historia de
le Tierra, la formación de las montañas o, en general, cualquier proceso
geológico.
El lenguaje, oral y escrito, es esencial para la evolución de la cultura humana, y es lo que nos da una enorme ventaja respecto a los demás animales. En concordancia con esa idea, la RAE, según su propia historia, “se marcó como objetivo esencial desde su creación la elaboración de un diccionario de la lengua castellana, «el más copioso que pudiera hacerse»”. Desgraciadamente, no lo están logrando, a “la casa de las palabras”, como la llaman en su página web, le faltan demasiadas. Es probable que esa ausencia sea un reflejo de lo poco que se ha cuidado y se cuida la ciencia en España.
Creo que es importante que los organismos
relacionados con la enseñanza e investigación en geología (Real Academia de
Ciencias, Sociedad Geológica de España, centros universitarios, centros
geológicos del CSIC, Instituto Geológico y Minero, Colegio de Geólogos, etc.) tomen
conciencia de este desatino y hagan lo posible para que el panorama
cambie. Sería bueno para la geología, la ciencia y la cultura de los países
hispanohablantes.
EL vocabulario de términos geológicos, publicado en línea por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, es exhaustivo y preciso, y está puesto al día. Usándolo como referencia, resultaría fácil actualizar el diccionario de la RAE en materia de geología. Solo hace falta tres cosas: voluntad de hacerlo, coordinación con los organismos que entienden de geología y, obviamente, trabajo. Y, desde luego, no vendría nada mal algún especialista en ciencias de la Tierra entre los académicos la RAE.
Debo decir, para terminar, que no
es la primera vez que se realiza una crítica al diccionario de la lengua desde
un punto de vista científico. Algunas páginas web que mencionan errores referidos
a términos de biología y paleontología son:
- ¿Y luego no?: http://yluegono.blogspot.com/2013/11/el-diccionario-de-la-raeinforma-y-los.html
- el PaleoFreak: http://paleofreak.blogalia.com/historias/52933
- Golem Blog: http://golemp.blogspot.com/2013/09/la-imperiosa-necesidad-de-mejorar-el.html